23 de agosto de 2008

Por fin....... Pesca en Berisso


Despues de un par de fracasos seguidos me estaba empezando a poner nervioso, aunque uno sabe que es posible no pescar en cada salida y que lo importante es estar pescando con amigos y disfrutando del todo, si no hay pique es como que a esa salida le falta algo.

El jueves estaba en el trabajo, sufriendo de la perra vida de trabajar en Microcentro, hasta que sonó el teléfono. Era el viejo de Diego la Lumbrí, Ricardo, que me invitaba a entrarle al Rio de la Plata el sábado con su amigo Maresca

Lo pensé escasos cinco minutos, y bueno, dale. Ya el día había cambiado, pasando de negro oscuro a verde esperanza, y eso sólo con un llamadito telefónico. Lo que logra la pesca es increíble.

El sábado a las 6 de la mañana pasó Ricardo a buscarme por casa. Había dormido bien, comido livianito asi que fisicamente estaba diez puntos. Ultimamenteme vengo cansando mucho en las salidas de pesca, sobre todo por la tarde, y eso es falta de descanso, cenar pesado la noche anterior y un estado físico pobre. Asi, que pare esta me porté bien, descansé cené liviano y el resultado fue totalmente distinto.

Otra cosa que da placer de pescar en el Rio de la Plata es que uno se levanta a las 6 de la mañana y a las 8 uno está ya arriba de la lancha y a la vuelta lo mismo, salis a las 6 de la tarde del agua y a las 8 de la noche te estas bañando en tu casa. Placer total.


Pasamos a buscar a Maresca por la casa y de ahí a hacer los 50 Km que nos faltaban para llegar a Berisso, el lugar elegido para salir.
Llegamos a la Marina donde ya nos estaba esperando el guía, mas que guía, amigo Horacito Grau. Esperamos la bajada de lancha con tranquilidad, cambiándonos, preparando los bártulos y charlando con la gran cantidad de pescadores que se agolpan acá para salir a pescar.

Cargamos todo y salimos rápido porque la niebla se puso intensa y la probabilidad de que prefectura cierre el puerto y, por ende, la salida de lanchas a pescar, era grande. Por suerte pudimos salir antes del cierre y ya río abierto la neblina dejaba manejar sin riesgos.

Nos fuimos directo a la boya hilstone, en busca de los grandes. En esta zona, a veinte kilómetros de la costa, cuando las condiciones se dan, y los pejerreyes quieren, se sacan los mejores portes de esta especie.


Arribamos y líneas al agua, todos con boyas grandes porque el dato que teniamos era que el pique se daba lejos de la embarcación. Se empezó lentamente a armar la calle de ceba y a esperar.

Al rato, tuve el primer pique y arriba. Un pejerrey mediano que picó a veinte centímetros de profundidad y como a ochenta metros del trucker. Al ratito otro igual que el anterior.


Así, lentamente empezamos a levantar algunos pescaditos, ninguno grande, mas bien medianos, hasta que Ricardo y Maresca sacaron un par seguidos respetables de arriba de cuarenta centímetros. Bueno, llegaron los grandes pensamos.

Pero, miramos para atrás y vimos una terrible tormenta que se nos venía encima. Negro era el cielo y fuerte el viento. Subimos los equipos arriba del trucker y esperamos haber como se desenvolvía la tormenta para ver si volvíamos o no.


Nos pasó por arriba con un viento fuertísimo y un cielo totalmente negro. Duró veinte minutos por suerte, con lo que decidímos quedarnos por la zona pescando. Nunca en mi vida había visto una tormenta tan violenta pero tan corta, era como si una burbuja climática nos hubiera pasado por encima.Muy loco.

La contra fue que nos corrío como docientos metros de la calle de ceba y ya no podíamos volver a la misma porque otra lancha se cruzaba en el camino de ese garete.

Nos movimos unos cientos de metros en dirección sur para alejarnos de las calles de las otras embarcaciones. A tirar líneas y aceite y a esperar.


Como en la mañana el pique tardó en llegar hasta que se armó bien la calle. Ya a esa altura aprovechamos con los compañeros preparar el almuerzo. Una impresionante choriceada a la pumarola que Maresca había traído precocinada y que se terminó de calentar en un anafe a garrafita. Todo esto regado por tintos de la talla de Latitud 33 y EstibaI. Manjar de los dioses y uno de esos momentos en lo que nos damos cuenta que esto es impagable.

Despues de almorzar seguimos con la pesca, que se seguia comportanto dispersa, con tamaños medianos, pero con pejerreyes muy combativos.

Por suerte, tuve un dia inspirado, y con los deberes bien hechos hice una buena pesca. Con una veintena de pejerreyes en la bolsa. Es una buena cuota para el río de la plata y mas cuando el pique no está afirmado. Es tiempo de desove y los bichos están mas preocupados en eso que en comer..pero cuando terminen se van a largar con todo a comer.



A las cinco de la tarde y viendo que estábamos lejos y el pique estaba medio escaso decidimos pegar la vuelta, aparte se veía que la tormenta volvía y no era cosa de desafiarla cuando ya la jornada estaba terminada. Llegamos a puerto en viaje tranquilo y con la satisfacción de un buen dia pasado.

En puerto, el resultado del resto de las embarcaciones fue similar, pescado mediano y en la cuota que se espera para esta parte de la temporada. Ni una gran pesca ni un fracaso.


Despues de dos salidas seguidas con pique escaso a nulo, encontrar al pez rey y hacer una salida aceptable es mas que bienvenida. Igual lo seguiremos buscando, porque eso es lo lindo de la pesca, volver de una salida pensando ya en la que viene.


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